Una exploración de los “caballos de Troya” para la innovación educativa

Metacognición, enseñanza para la diversidad y aprendizaje basado en proyectos son tres “caballos de Troya” para la innovación pedagógica, según proponen Melina Furman y María Emilia Larsen en su libro “Las preguntas educativas entran a las aulas”.

 Una exploración de los “caballos de Troya” para la innovación educativa

Metacognición, enseñanza para la diversidad y aprendizaje basado en proyectos (ABP) son tres “caballos de Troya” para la innovación pedagógica, según proponen Melina Furman y María Emilia Larsen en su libro Las preguntas educativas entran a las aulas, publicado por el Centro de Investigación Aplicada en Educación San Andrés (CIAESA) y Fundación Santillana.

¿Por qué “caballos de Troya”? Explican Furman y Larsen: “Porque pueden entrar (a la manera de los griegos que salieron de adentro del caballo e invadieron la ciudad de Troya) a las aulas de una diversidad de contextos y áreas del conocimiento y transformar la enseñanza. Tienen en común la búsqueda de una educación auténtica y con sentido para los estudiantes, que potencie la curiosidad y el pensamiento crítico. Una enseñanza que posicione a los y las estudiantes en un rol protagónico, que les enseñe a elegir y a tomar decisiones fundamentadas y que desarrolle, desde edades tempranas, capacidades transversales para la vida como el trabajo en equipo, la comunicación de las ideas, la creatividad y la autonomía”.

“Partimos de una visión de la innovación educativa que se construye sobre lo que ya hacemos y tenemos, valorando aquello que es importante conservar. Y que, al mismo tiempo, nos propone estirarnos un poco más lejos, buscando que cada una de nuestras clases e instituciones se transforme en un espacio propicio para la aventura del pensamiento, valorando lo que vamos logrando en ese recorrido”, señalan las autoras en la presentación del libro, que busca articular las reflexiones del proyecto “Las Preguntas Educativas” con experiencias concretas surgidas de las aulas.

Partimos de una visión de la innovación educativa que se construye sobre lo que ya hacemos y tenemos, valorando aquello que es importante conservar. Y que, al mismo tiempo, nos propone estirarnos un poco más lejos

Melina Furman y María Emilia Larsen

Furman y Larsen agregan que el libro “nace de una convicción muy profunda acerca del valor del conocimiento que se produce en las aulas”. Y cuentan: “Escribirlo fue para nosotras un proceso de mucho aprendizaje e inspiración para nuestra práctica como docentes y formadoras docentes. Nos sorprendimos, una y otra vez, con la creatividad puesta en juego por tantos y tantas docentes en el proceso de llevar a la práctica las ideas teóricas y las evidencias de la investigación académica, que tomaron nuevas y diversas formas en distintos rincones de nuestro país”. Los 3 capítulos del libro recogen, justamente, muchas de esas experiencias prácticas.

Troyano 1: La metacognición

Las autoras explican que el concepto de metacognición fue propuesto por primera vez por el psicólogo John H. Flavell, en 1979, a partir de estudios previos sobre la memoria, que descubren que los niños tienen la capacidad de identificar con cuánta claridad recuerdan las cosas y qué tan seguros están de lo que recuerdan. A partir de allí, Flavell comienza a estudiar la habilidad de reflexionar sobre lo que se comprende.

¿Por qué es tan importante la metacognición? En un contexto cultural y económico que requiere de ciudadanos autónomos, creativos, competentes y flexibles para afrontar retos y resolver problemas individual y colectivamente, la capacidad de seguir aprendiendo durante toda la vida se vuelve fundamental. “El desarrollo de la metacognición aparece entonces como una posible respuesta ante el desafío, en tanto propone que sean los estudiantes quienes tomen el control de sus propios procesos de aprendizaje para así ‘aprender a aprender’ y, a partir de ello, desarrollar la autonomía y la capacidad de tomar las riendas de su camino como aprendices”, señalan Furman y Larsen.

Troyano 2: Enseñanza para la diversidad

“La enseñanza para la diversidad se inscribe en el enfoque de la educación inclusiva, que parte de la concepción de que todos los sujetos son capaces de aprender y que cada uno posee un conjunto de características y habilidades que lo diferencian de los demás, que han de ser estimuladas y acompañadas para alcanzar su total potencialidad”, explican las autoras.

Siguiendo a Anijovich, el libro explica que el enfoque de la enseñanza para la diversidad propone diseñar la forma de trabajar en el aula “con principios organizadores diferentes al modelo tradicional que brinda a todos lo mismo, ofreciendo entornos de aprendizaje que tengan en cuenta la heterogeneidad del alumnado”. ¿De qué manera? “A través de diversos modos de organizar los espacios, tiempos, agrupamientos, recursos, contenidos y tareas, garantizando lo común (es decir, aquello que se espera que todos aprendan) pero dando opciones y recorridos diferentes que los alumnos pueden elegir”, sugieren Furman y Larsen.

El libro menciona que las modalidades más estudiadas son el aprendizaje cooperativo, la enseñanza multigrado, los grupos interactivos, la co-enseñanza y la tutoría entre pares.

La enseñanza para la diversidad se inscribe en el enfoque de la educación inclusiva, que parte de la concepción de que todos los sujetos son capaces de aprender

Melina Furman y María Emilia Larsen

Troyano 3: Aprendizaje Basado en Proyectos

El Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) es una estrategia didáctica que se caracteriza por partir de un desafío, pregunta o problema relevante para los estudiantes, que puede ser construido entre ellos y el o los docentes a cargo o propuesto por el docente, y que se vincula con los contenidos curriculares y con el contexto o la comunidad escolar.

Siguen las autoras: “Dadas esas condiciones, los estudiantes se involucran en una serie de actividades con el fin de elaborar un producto final, que puede ser un objeto material, una acción o intervención social, una investigación, entre otras. Este tipo de abordaje sitúa a los alumnos como protagonistas de su proceso de aprendizaje a través de una serie de actividades que se desarrollan en el tiempo e implican la planificación, la toma de decisiones, la resolución de problemas, la creación colectiva y la indagación”.

El ABP sitúa a los alumnos como protagonistas de su proceso de aprendizaje a través de una serie de actividades que implican la planificación, la toma de decisiones, la resolución de problemas, la creación colectiva y la indagación

Melina Furman y María Emilia Larsen

En ese camino, “los estudiantes aprenden al hacer y al reflexionar sobre lo que hacen, de manera colaborativa, muchas veces con la participación de actores relevantes para el proyecto –familiares, referentes o especialistas en la temática que se aborda, en vínculo con otros actores de la comunidad – y con la guía de sus docentes, que acompañan y orientan el proceso”.

A modo de cierre, las autoras plantean que “el cambio no es sencillo, pero es posible, cuando buscamos que cada uno de nuestros estudiantes disfrute la experiencia de aprender y nos apoyamos entre colegas, compartiendo los aciertos y desafíos que nos presenta la enseñanza”. Y concluyen: “Estar abiertos a escuchar y conocer otras experiencias amplía nuestros propios horizontes, nos muestra que hay otras maneras de hacer las cosas y nos ayuda a ir un poco más lejos. Esperamos que la lectura de estas páginas les despierte nuevas preguntas y el deseo de sumarse a esta ola colectiva”.

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