Una exploración de los “caballos de Troya” para la innovación educativa
Sobrecarga de contenidos: claves para repensar el currículum
La sobrecarga curricular es un desafío común a varios sistemas educativos: a medida que se suman las demandas hacia la escuela, se acumulan presiones por enseñar cada vez más contenidos y habilidades. Este año, la pandemia puso en evidencia la necesidad de priorizar.

FOTO: Andrea Piacquadio @Pexels
Habilidades socioemocionales. Alfabetización mediática. Educación ambiental. Robótica. Programación. Alfabetización digital. Educación sexual integral. Ciudadanía global… En los últimos años, la escuela ha asumido la responsabilidad de enseñar una serie de saberes y habilidades que en muchos casos no estaban previstos –o tenían menor relevancia– en los diseños curriculares tradicionales. Por eso varios especialistas advierten acerca de la sobrecarga de contenidos: un problema central de varios sistemas educativos, entre ellos el argentino, que quedó aún más en evidencia con la pandemia.
La OCDE acaba de publicar el informe Curriculum Overload, que puede traducirse como “sobrecarga curricular”. Elaborado en el marco del proyecto Future of Education and Skills 2030, el documento analiza varias investigaciones sobre currículum, describe algunas tendencias y desafíos transversales a varios sistemas educativos, y reseña las experiencias de algunos países que hicieron reformas curriculares. La investigación incluyó consultas a responsables políticos, expertos académicos, líderes escolares, profesores, ONG y estudiantes.
Algunos dilemas de la sobrecarga curricular
“Las escuelas están constantemente bajo presión para mantenerse al día con el ritmo de los cambios en la sociedad. Paralelamente, las demandas de la sociedad sobre lo que deberían enseñar las escuelas también cambian constantemente”, señala la introducción del informe. Como consecuencia de agendas políticas, ideologías o presiones de los padres, distintas voces han abogado en los últimos años por agregar al currículum cuestiones como competencia global, alfabetización digital, alfabetización en datos, educación ambiental, alfabetización mediática, habilidades socioemocionales, etc. “Esta expansión curricular ejerce presión sobre los responsables políticos y las escuelas para agregar nuevos contenidos a un currículo ya abarrotado”, advierten los autores.
Distintas voces han abogado por agregar al currículum cuestiones como competencia global, alfabetización digital, educación ambiental, habilidades socioemocionales, etc.
¿Se pretende enseñar demasiados contenidos en función del tiempo de instrucción disponible? ¿Cómo evitar la creación de un currículum tan amplio como superficial? ¿El currículum está equilibrado, o les da demasiada prioridad a ciertos temas en detrimento de otros? ¿Cómo repensar el plan de estudios para que esté centrado en el bienestar de los estudiantes? Estas son algunas de las preguntas que se hace el documento de la OCDE.
“Por sobrecarga curricular nos referimos a la tendencia a agregar nuevos contenidos para responder a las nuevas demandas de la sociedad sin ajustar adecuadamente otras partes del plan de estudios. Esta extensión puede provocar una sobrecarga de los programas, en particular a nivel de contenido”, describe el documento. Y advierte: “Es fundamental abordar la sobrecarga de contenidos escolares sin comprometer el equilibrio del currículum”.
Para los expertos de la OCDE, el bienestar de estudiantes y profesores debe estar en el centro del desarrollo de los programas escolares. La sobrecarga va a contramano de ese bienestar, y se vuelve fuente de estrés para unos y otros, conspirando incluso contra el aprendizaje: el currículum se convierte en una larga carrera, en la que nunca parece posible alcanzar la meta en el tiempo previsto.
Al observar las estrategias implementadas por algunos países, el informe de la OCDE reconoce que una decisión eficaz es “integrar temas o habilidades transversales en las asignaturas ya existentes, o estructurar los programas en torno a objetivos específicos de cada asignatura”. Algunos de esos temas transversales son la conciencia ambiental y el desarrollo sostenible, la ciudadanía local y global, la educación para la salud y el bienestar. Entre las habilidades transversales se mencionan la capacidad de asumir responsabilidad, la cooperación, la alfabetización en datos y la educación financiera.
Por sobrecarga curricular nos referimos a la tendencia a agregar nuevos contenidos para responder a las nuevas demandas de la sociedad sin ajustar adecuadamente otras partes del plan de estudios
OCDE: Curriculum Overload (2020)
Otras estrategias recomendadas por la OCDE para evitar la sobrecarga curricular apuntan a conciliar metas ambiciosas con la necesidad de concentrarse en las habilidades básicas, así como “definir progresiones consistentes en el aprendizaje entre diferentes clases y diferentes niveles educativos” y, sobre todo, “centrarse en la comprensión conceptual y en las ‘grandes ideas’ para evitar un exceso de tópicos en el tiempo disponible”.
La pandemia, una oportunidad para priorizar
Con la suspensión de las clases presenciales durante la pandemia de COVID-19, los sistemas educativos se vieron en la necesidad de priorizar algunos temas y habilidades del currículum por encima de otros, plantea el informe De la educación a distancia a la híbrida, publicado este año por la División de Educación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El documento señala que los sistemas educativos latinoamericanos enfrentan el desafío de avanzar hacia un modelo de educación híbrida, que combine alguna dosis de presencialidad con la continuidad pedagógica de manera remota. Ese modelo, sostienen los autores, requiere focalizar los esfuerzos “en matemática, lectura y escritura, y en las habilidades del siglo XXI, en particular de aquellas que han sido más afectadas por la crisis sanitaria (trabajo autónomo o independiente, colaboración entre los estudiantes o trabajo por proyectos, habilidades digitales) y económica (resiliencia, innovación o creatividad)”.
“Así como en toda situación educativa existe un recorte del currículum, la pandemia muestra esta selección de manera más descarnada y, quizás, solo quizás, puede ser la oportunidad para repensar qué es necesario enseñar hoy y si no es momento de reconocer la dimensión ciudadana y los aprendizajes vinculados a la participación en la vida cultural común”, señala el investigador Pedro Núñez (FLACSO-CONICET), con el foco puesto en la escuela secundaria, en un libro colectivo titulado Pensar la educación en tiempos de pandemia.
Avanzar hacia un modelo de educación híbrida requiere focalizar los esfuerzos en matemática, lectura y escritura, y en las habilidades del siglo XXI, en particular las más afectadas por la crisis
BID: De la educación a distancia a la híbrida (2020)
Más allá de las pujas y de los debates –que no son nuevos, pero se reactualizaron con la pandemia frente al desafío de la continuidad pedagógica–, los especialistas coinciden en la importancia de repensar –y cuidar– los contenidos.
Inés Dussel, investigadora del Departamento de Investigaciones Educativas del CINVESTAV-IPN de México, pone el acento en el currículum como herramienta para la construcción de una cultura común: “Considero importante defender el valor del currículum como documento público que organiza una cultura común, incluso reconociendo todas las críticas que pueden hacérsele. Habría que distanciarse de la relación burocrática con ese documento, que lleva a sentir que lo más importante de la enseñanza es cumplir el programa, dar todos los contenidos (parte de lo cual generó y genera ansiedades en las escuelas), y más bien pensar en su condición de guion común, de documento que selecciona y organiza algunos saberes mínimos necesarios en cada sociedad”.
Dussel continúa: “Sin duda, definir esos mínimos es un gran problema, pero habría que decir que es más problemático dejarlo librado a lo que quiere y puede cada docente o cada escuela. Por eso mismo, no habría que tomarse a la ligera los materiales y pautas que elaboran las jurisdicciones”.
En el contexto de la pandemia, la especialista subraya que es fundamental “no ampliar las desigualdades sino apuntar a trabajar con algún guion común, con un horizonte de referencias y saberes comunes”, y destaca la noción de “justicia curricular”, elaborada por Raewyn Connell y retomada por Flavia Terigi. Ese concepto apunta a ser “un horizonte común en la enseñanza, más aún en este momento en que las escuelas y universidades se están fragmentando en lo que cada docente puede y quiere hacer”.