Salas de escape: 5 ventajas de una propuesta desafiante

Las salas de escape permiten incluir cualquier contenido curricular, promueven la colaboración y el trabajo en equipo, construyen pensamiento deductivo… y además de todo eso, son divertidas, aseguran Christian Negre y Salvador Carrión.

 Salas de escape: 5 ventajas de una propuesta desafiante

Las salas de escape son juegos educativos en los que los participantes ingresan a una situación y quedan atrapados allí. Para salir, deben cumplir una serie de misiones y descifrar retos y acertijos en un tiempo límite. Deben utilizar todo el conocimiento que tengan; las temáticas están relacionadas con los objetivos educativos planteados en la planificación de la materia.

En su libro Desafío en el aula, Christian Negre y Salvador Carrión mencionan algunas ventajas de esta propuesta pedagógica:

1. Permite incluir cualquier contenido curricular

“Aparte de la diversidad de habilidades y competencias implícitas en la propia experiencia, en un juego de escape el alumnado tiene la opción de participar en la creación de la ambientación del espacio donde se realice el escape room. Por su parte, el docente (al diseñar los retos que se deben resolver) puede introducir contenidos de cualquier asignatura”, explican Negre y Carrión.

2. Promueve la colaboración y el trabajo en equipo

“Un juego de escape es una experiencia para resolver en grupo y en la que se tienen que tomar diversas decisiones. El progreso se consigue a partir de una secuencia de ensayos, pruebas y errores, hasta llegar a la solución necesaria. En este proceso se generan interacciones entre los participantes y se revelan roles sociales. Durante el tiempo de juego, el o la docente tiene la oportunidad de ver al alumnado liderando su propio aprendizaje”, escriben los autores.

Plantillas de juegos de escape en Genially

3. Construye pensamiento deductivo

“Un juego de escape no es un recurso para usar semanalmente. Requiere mucho trabajo previo. Tras sus primeras experiencias, los alumnos aprenden que deben comunicarse e intentar organizarse. En un juego de escape (y en cualquier secuencia didáctica bien diseñada), se aprenden métodos generales que podrán aplicarse a nuevos casos específicos. Desde la posición de observador que facilita un juego de escape, el docente descubre a los alumnos transfiriendo contenidos y mecánicas, deduciendo estrategias para solucionar nuevos retos”.

4. Los estudiantes aprenden a trabajar bajo presión

“Generalmente hay un tiempo limitado para solucionar el juego, para conseguir ‘escapar’ del espacio. A medida que los minutos transcurren, los nervios acostumbran a aumentar y las emociones se disparan. Hay quien cree que no es conveniente situar al alumnado en un contexto de estas características, que puede ser demasiado estresante. Por desgracia, nos guste más o menos, nuestra realidad cotidiana, nuestra sociedad, acostumbra a ser poco pausada. Para nosotros tiene mucho sentido ofrecer esta simulación en un entorno controlado”, argumentan Negre y Carrión.

5. Los alumnos lideran el aprendizaje

“No gozamos de muchas oportunidades en las que poder mantenernos al margen y permitir que sean los estudiantes los que se equivoquen para avanzar. De hecho, al principio cuesta no intervenir demasiado para indicarles que se están equivocando. Ver a los alumnos tomando las decisiones, decidiendo qué tareas asumen, cómo observan y analizan antes de actuar o cómo interactúan con sus compañeros ofrece una información muy valiosa para conocer a nuestros chicos y chicas”, señalan los autores. Y agregan una ventaja más: “¡Es divertido para todo el mundo!”.


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