La educación, clave para una mayor productividad y desarrollo económico

Frente al aumento del desempleo y la pobreza, alinear la educación superior con las necesidades del mercado laboral resulta clave para mejorar la productividad y el desarrollo económico en los países de América Latina, afirma Gabriel Sánchez Zinny a partir de un estudio de la OEI.

 La educación, clave para una mayor productividad y desarrollo económico

Que la pandemia acentuará los desafíos ya existentes en nuestros países no es una novedad y menos en América Latina y el Caribe. Según la CEPAL, el PIB de nuestra región ya ha sufrido un retroceso de una década y la pobreza de quince años.

Y el escenario que se anticipa no es alentador. Entre otros datos, se prevé que alcancemos los 44 millones de desempleados, es decir, 18 millones más de los que teníamos hace poco más de un año; el 54% de los trabajadores lo harán en el sector informal y sus ingresos tendrán una reducción promedio de un 60%. En tanto que el desempleo juvenil también se verá profundamente agravado, dado que muchos jóvenes están decidiendo abandonar sus estudios secundarios para intentar insertarse en un mercado laboral que exige cada vez más y mejores habilidades.

Ante este panorama los gobiernos de la región tienen un doble desafío: lidiar con los problemas que llegaron con el Covid-19 y continuar buscando la fórmula que les permita superar aquellos estructurales. En este camino, la educación debe cobrar un protagonismo mayor y ser vista como una de las soluciones.

El desempleo juvenil también se verá agravado, dado que muchos jóvenes están decidiendo abandonar sus estudios secundarios para intentar insertarse en un mercado laboral que exige cada vez más y mejores habilidades

Ya existe un consenso en la teoría económica y de políticas públicas sobre el impacto positivo de más y mejor educación en la productividad laboral y, por consiguiente, en la competitividad y el crecimiento económico de los países. Sin embargo, es poca la investigación y los debates que se promueven al respecto.

Recientemente, la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI) hizo un aporte muy significativo en esta línea a través del Informe de Educación Superior, productividad y competitividad en Iberoamérica (2021), liderado por Germán Ríos y Victoria Galán. Uno de los principales hallazgos que se desprende del documento indica que en América Latina la productividad ha disminuido en los últimos 50 años, que es baja en todos los sectores, y que solo representa el 38% de la productividad promedio de la OCDE. A esto lo llama un “rezago competitivo”.

La riqueza del informe radica en que no se detiene en el diagnóstico y en evidenciar la situación de productividad, sino que además presenta propuestas de mejora concretas

Ya existe un consenso en la teoría económica y de políticas públicas sobre el impacto positivo de más y mejor educación en la productividad laboral y, por consiguiente, en la competitividad y el crecimiento económico de los países

En este sentido, destaca cuatro grandes recomendaciones: hay que incrementar la relevancia de la educación superior para el mercado laboral; es necesario que se incentive el aprendizaje a lo largo de la vida; tienen que alinearse los perfiles de los graduados de educación superior con las necesidades del mercado laboral; es indispensable que se genere y comparta información completa y actualizada sobre la educación superior y el mercado laboral.

Dentro de las mismas, se desprende un abanico de propuestas pensadas específicamente para los tres sectores involucrados en este proceso: las instituciones de educación, las empresas y los gobiernos; y en este último nos centraremos.

Para los especialistas, los gobiernos deben centrarse en crear incentivos fiscales o programas de becas para estudiantes en programas de prácticas profesionales como también colaborar en el desarrollo de programas de emprendimientos y generar espacios para la interacción entre universidades y empresas, como los eventos de networking, conferencias y foros.

Hay que incrementar la relevancia de la educación superior para el mercado laboral; es necesario incentivar el aprendizaje a lo largo de la vida y alinear los perfiles de los graduados de educación superior con las necesidades del mercado laboral

También se recomienda poner un mayor foco en el desarrollo de mecanismos de evaluación y certificación de habilidades blandas, apoyar programas de capacitación docente en pedagogías innovadoras y, otra muy importante, proveer beneficios a aquellas empresas que promuevan el aprendizaje a lo largo de la vida.

Una propuesta que considero central, y sobre la que he personalmente he trabajado durante mi gestión en el Ministerio de Educación de la provincia de Buenos Aires, tiene que ver con la necesidad de reorientar las ofertas educativas del nivel superior a las áreas de conocimiento que más escasean y que más se demandan en el mercado laboral actual, como aquellas vinculadas a la tecnología. Y para que esto ocurra, en el documento se propone generar programas de financiación especial o incentivos a los institutos y universidades que lo hagan.

Por último, se destaca la importancia de que los gobiernos generen entre sus diferentes niveles y ministerios, conversaciones con el mundo académico y empresarial, para conocer las necesidades reales y elaborar juntos las propuestas de mejora. Un gran paso daríamos de empezar por este punto en el que, indudablemente, radica gran parte del éxito.

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