Una exploración de los “caballos de Troya” para la innovación educativa
La educación, clave para construir una sociedad más resiliente
Un informe reciente de la OCDE subraya la necesidad de priorizar el gasto público en educación para favorecer la recuperación de la crisis generada por el COVID-19. También advierte sobre el impacto de la actual emergencia en la educación técnica y en la movilidad internacional de los estudiantes.

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La crisis por el COVID-19 puso de manifiesto las múltiples deficiencias y la desigualdad de los sistemas educativos de todo el mundo. Según un nuevo informe de la OCDE, a medida que los gobiernos empiezan a reconstruir su economía y los medios de subsistencia de su población, es fundamental que el gasto público en educación a largo plazo se mantenga como una prioridad para garantizar que todos y cada uno de los jóvenes tengan la misma oportunidad para continuar educándose y desarrollar las competencias que necesitan para contribuir a construir una sociedad resiliente.
En el informe Panorama de la educación 2020 (Education at a Glance 2020), firmado por Andreas Schleicher, se advierte que, si bien aún es incierto el impacto general de la pandemia del COVID-19 sobre el gasto en educación, los gobiernos podrían afrontar decisiones difíciles respecto de la asignación de fondos públicos, a medida que el crecimiento de la economía se desacelere, el ingreso fiscal disminuya y los costos de atención de la salud y bienestar aumenten. En 2017, el gasto público total en educación primaria a terciaria como porcentaje del gasto gubernamental total fue de 11% en promedio en todos los países de la OCDE, variando entre alrededor de 7% en Grecia y cerca de 17% en Chile. En Argentina se ubicó en el 12%.
“El fortalecimiento de los sistemas educativos deberá ser el elemento central de la planificación gubernamental para recuperarse de esta crisis y dotar a los jóvenes de las competencias y habilidades que requieren para triunfar”, dijo el secretario general de la OCDE Angel Gurría, al presentar el informe en París. “Es fundamental emprender todo tipo de acciones para garantizar que la crisis no exacerbe las desigualdades en materia de educación que se han revelado en muchos países. La crisis actual puso a prueba nuestra capacidad de lidiar con perturbaciones a gran escala. Ahora nos corresponde construir, como su legado, una sociedad más resiliente“.

La crisis afectó en especial al sector de la educación técnico profesional (ETP). Según el informe, esto preocupa en gran medida porque muchas de las profesiones que conformaron la columna vertebral de la vida económica y social durante el confinamiento dependen de cualificaciones profesionales técnicas.
En promedio en todos los países de la OCDE, los jóvenes adultos de hoy tienen menos probabilidades que sus padres de seguir una carrera profesional técnica y son más propensos a optar por un título universitario académico. Los ingresos son también más bajos: los adultos con un certificado de educación media superior profesional técnica tienen ingresos similares a los de sus pares egresados de la educación media superior general, pero ganan 34% menos que los adultos con educación terciaria en promedio en todos los países de la OCDE.
Los gobiernos tendrán que redoblar esfuerzos para hacer que la educación técnico profesional y sus cualificaciones resulten más atractivas para los jóvenes. Algunos de estos esfuerzos serían reforzar el aprendizaje basado en el trabajo y los vínculos con el sector privado.
La crisis también despertó preocupación acerca de la propuesta de valor de las instituciones de educación superior, pues los estudiantes se muestran reacios a comprometer grandes cantidades de tiempo y dinero cuando gran parte del trabajo del curso solo está disponible en línea. Esto puede afectar la movilidad de los estudiantes internacionales, ya que estos cuestionan si vale la pena obtener un título en el extranjero.

Cualquier disminución de la matrícula de estudiantes internacionales para el próximo año académico afectará los servicios educativos medulares que las universidades ofrecen, pero también afectará de forma indirecta el apoyo financiero que brindan a sus estudiantes nacionales, así como las actividades de investigación y desarrollo. Si bien los estudiantes internacionales representan el 6% de los estudiantes terciarios en promedio en todos los países de la OCDE, en Australia, Luxemburgo y Nueva Zelanda representan 20% o más. En Argentina, en tanto, representan el 2,8% de la matrícula total.
La movilidad de los estudiantes internacionales es particularmente alta en el nivel doctoral, donde uno de cada cinco estudiantes viaja al extranjero para obtener este título. Para conservar su pertinencia, las universidades tendrán que reinventar los entornos de aprendizaje de modo que la digitalización amplíe y complemente, pero no sustituya, la relación estudiante-profesor y estudiante-estudiante.
El Panorama de la educación proporciona estadísticas nacionales comparables que miden el estado de la educación en el mundo. En el informe se analizan los sistemas educativos de los 37 países miembros de la OCDE, así como los de Argentina, Brasil, China, Costa Rica, India, Indonesia, la Federación de Rusia, Arabia Saudita y Sudáfrica.