Es tiempo de pensar la educación más allá de la pandemia

El desafío de formar a las nuevas generaciones para la economía del conocimiento requiere innovar pensando en el largo plazo, así como remover los obstáculos estructurales que, desde antes de la pandemia, impedían garantizar educación de calidad para todos, sostiene María Cristina Gómez.

 Es tiempo de pensar la educación más allá de la pandemia

Antes de la pandemia la educación tenía gravísimos problemas, que se evidenciaban en cada edición de la pruebas Aprender o el ranking de la pruebas Pisa. La mitad de los chicos que iniciaban la secundaria no la terminaban y 7 de cada 10 no entendía un texto básico, además de no tener los conocimientos de matemáticas indispensables para la vida. La escuela era una fábrica de excluidos y desempleados.

Teníamos un norte, que era la Agenda 2030, y un foco que perdimos: el desarrollo de los objetivos de educación de calidad y trabajo decente. No hay trabajo decente sin educación de calidad.

La primera lección que nos deja la pandemia es que la escuela que conocíamos ya no existe. Asistimos a una presencialidad regulada por protocolos, como consecuencia de la deuda histórica en infraestructura que el sistema educativo argentino tiene con las escuelas de todo el país. La implementación del sistema de burbujas dejó al 80% de los estudiantes con un tercio del año escolar. Hoy la situación es aún peor, porque esa bimodalidad también ha sido suspendida en gran parte del país.

La primera lección que nos deja la pandemia es que la escuela que conocíamos ya no existe. La implementación del sistema de burbujas dejó al 80% de los estudiantes con un tercio del año escolar

La escuela a la que volveremos no es la misma. Este momento es una ventana de oportunidad para la innovación, para remediar las pérdidas con una mirada de largo plazo, desarrollando nuevos escenarios en torno a los siguientes aspectos:

  1. El desarrollo de una pedagogía y una didáctica de la virtualidad. Nuevos formatos implican el desafío de utilizar las TIC y todo el entorno de aplicaciones con criterios nuevos, que estamos construyendo en la práctica.
  2. Un modelo de aprendizaje híbrido en el que presencialidad y virtualidad forman parte de un mismo enfoque metodológico.
  3. Innovación implica priorización de contenidos. Una reflexión acerca del currículum, en dos sentidos: tanto para recuperar lo perdido, como para revisar qué es lo que vale la pena enseñar en el siglo XXI.
  4. El cómo se hace implica la incorporación de metodologías ágiles, y la formación en liderazgo que modifique la dinámica de trabajo de la escuela tradicional.
  5. Nuevas formas de evaluación y acreditación.

Innovación implica priorización de contenidos. Una reflexión acerca del currículum, en dos sentidos: tanto para recuperar lo perdido, como para revisar qué es lo que vale la pena enseñar en el siglo XXI

La innovación no escala porque tiene trabas dentro del sistema, y la política puede remover algunos de los obstáculos estructurales, especialmente los que tienen que ver con el capital humano, los docentes, imprescindibles para que la mejora de la calidad encuentre incentivos adecuados en:

  • Formación docente inicial: necesitamos docentes formados como profesionales del siglo XXI, con profundidad disciplinar, y con habilidades de producción de conocimiento, gestión, habilidades blandas, liderazgo y uso de la tecnología en permanente retroalimentación. El modelo de Aprendizaje Inclusivo y Efectivo (AIE) del Departamento de Educación de la UCA es un ejemplo inspirador.
  • Carrera docente: hoy no existe como tal. Tenemos un estatuto de más de 60 años, completamente obsoleto. La formación académica y los resultados en la práctica docente no tienen ningún peso en los curiosos concursos de ascenso.
  • Profesores taxis: son un emergente de la falta de carrera docente, y un componente muy importante de la baja calidad de la educación. No hay mejora posible ni trabajo en equipo con personas que están 3 o 4 horas en la escuela. Los cargos son una necesidad imperiosa, a la que no se animan los gobiernos por temor al costo político con los sindicatos.
  • Autonomía escolar de gestión y curricular.

Estamos formando a la generación de la economía del conocimiento. Necesitamos retomar la Agenda 2030, en la certeza de que nuestros chicos se están quedando fuera del mundo del trabajo, y solo estamos alimentando el círculo de la pobreza y la exclusión, con una educación de baja intensidad y calidad. Innovar con sistemas híbridos de educación y promover los cambios de política educativa para remover los obstáculos constituyen el camino a seguir: una hoja de ruta que mire más allá de la coyuntura y sirva para construir en este presente, el futuro que queremos.

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