Una exploración de los “caballos de Troya” para la innovación educativa
Una nueva matriz escolar: hacia el cambio sistémico en educación
Los indicadores de trayectorias educativas y aprendizajes en Argentina están alertando sobre la necesidad de transformar la matriz escolar, plantea Luciana Alonso. Para la directora de Eutopía, no alcanza con sumar recursos y tecnología: hay que avanzar hacia un cambio sistémico.

En la actualidad existe la idea consensuada acerca de que el modelo educativo tradicional necesita adaptarse a las nuevas realidades de los estudiantes y de la sociedad. Si observamos los indicadores de abandono, trayectorias educativas y aprendizajes, es evidente que las realidades de los estudiantes de América Latina y de Argentina están alertando sobre la necesidad de un cambio en la matriz escolar. A esta realidad se suma el impacto de la pandemia en los diferentes niveles educativos, tanto en la gestión estatal como privada de todo el país.
El desarrollo de las habilidades del siglo XXI como el pensamiento crítico, el trabajo en equipo, la comunicación, la creatividad y la capacidad de adaptarse al cambio son fundamentales para pensar la sociedad actual y del futuro.
Pero lo cierto es que este desafío debe abordarse de manera articulada con otras deudas de los sistemas educativos vinculadas principalmente con los aprendizajes, el abandono y la repitencia escolar. Diversos estudios evidencian múltiples causas, asociadas a la desigualdad social y brecha digital. No obstante, las problemáticas del sistema educativo no se reducen a factores de acceso y permanencia: la brecha existente es fundamentalmente cultural.
Si observamos los indicadores de abandono, trayectorias educativas y aprendizajes, es evidente que las realidades de los estudiantes de América Latina y de Argentina están alertando sobre la necesidad de un cambio en la matriz escolar
De acuerdo con el informe “Educar en pandemia: respuestas provinciales al COVID-19” (CIPPEC, 2020), realizado en base a los datos del Relevamiento Anual, las pruebas Aprender y la Encuesta Permanente de Hogares, al 15 de marzo de 2020 –fecha de suspensión de las clases presenciales– el 53% de los alumnos era pobre, y solo el 56,1% de los hogares tenía internet fijo. En la actualidad, el número de niños y niñas pobres ascendió 3 dígitos, 56% según el INDEC.
En materia de calidad educativa, antes de la pandemia, 7 de cada 10 estudiantes del último año del secundario no alcanzaba aprendizajes mínimos en matemáticas; 1 de cada 2 no los alcanzaba en lectura y ciencias, y solo el 27% de los estudiantes que iniciaban el secundario egresaban en tiempo y forma (MEN, 2020). Estos datos dan cuenta de que el sistema educativo, como modelo cultural, abandonó a los alumnos mucho antes de la pandemia.
La pandemia del COVID-19 visibilizó y profundizó los problemas de la educación argentina, pero no solo los relacionados a la “brecha digital”. Desde un análisis más profundo, la escuela se ve interpelada por una importante “brecha cultural”.
La propuesta escolar actual está alejada de los intereses, búsquedas, formas de comunicarse y construir conocimiento de los jóvenes. Esta experiencia de desencuentro cultural dificulta que los estudiantes descubran el profundo sentido de aprender. Los alumnos necesitan propuestas escolares que les otorguen protagonismo, autonomía y diversas oportunidades de desarrollar las habilidades y aprendizajes necesarios para la vida, en el marco de una cultura colaborativa, abierta y digital.
La propuesta escolar actual está alejada de los intereses, búsquedas, formas de comunicarse y construir conocimiento de los jóvenes. Esta experiencia de desencuentro cultural dificulta que los estudiantes descubran el profundo sentido de aprender
En este sentido, uno de los principales desafíos que enfrentamos como sistema educativo es reconocer los marcos referenciales desde los cuales pensamos la escuela hoy y asumir el reto de transformarlos. Pensar un nuevo modelo de escuela exige reconfigurar su organización, sus prácticas de enseñanza y evaluación, sus vínculos, la relación con el tiempo y los entornos de aprendizaje, para dar lugar a nuevas y transformadas experiencias escolares para los estudiantes.
Este relevante cambio de paradigma en educación necesita del trabajo coordinado de una estructura multisectorial. Es preciso cambiar el modo en que concebimos el relacionamiento entre Estado, empresas, organizaciones de la sociedad civil, escuela y familias, y proponer un modo de participación social en el que todos contribuyan de manera sensible al bien común, para colaborar en un verdadero cambio sistémico en educación.
El potencial de las alianzas multisectoriales reside en su reconocimiento como eventuales laboratorios de innovación para el despliegue de nuevos enfoques, que surgen como modelos en los que se mezcla iniciativa y creatividad a la hora de aportar valor en la búsqueda de soluciones a problemáticas sociales compartidas.
El potencial de las alianzas multisectoriales reside en su reconocimiento como eventuales laboratorios de innovación para el despliegue de nuevos enfoques, que surgen como modelos en los que se mezcla iniciativa y creatividad
Así lo venimos haciendo desde Eutopía, una iniciativa multisectorial que impulsa un modelo colaborativo, inclusivo e innovador, cuyo objetivo es transformar la educación. Se trata de un proceso participativo que emerge desde las escuelas e implica de manera sostenida a los distintos actores de la comunidad educativa. Su propuesta parte de las realidades de un universo heterogéneo de escuelas y ofrece un marco común para que estas piensen, diseñen e implementen propuestas de transformación, mediante el trabajo colaborativo y en red entre distintos actores del sistema educativo.
En la actualidad, la red implementa propuestas de cambio en más de 60 escuelas de gestión estatal y privada de la Argentina y Colombia, impactando en más de 6.690 educadores y 45.672 mil estudiantes. Los aprendizajes alcanzados en cinco años evidencian el potencial de esta experiencia como laboratorio para la innovación educativa en la región.
No se trata solo de cambiar las condiciones de infraestructura, dotar de recursos y disponibilidad tecnológica las aulas o flexibilizar normativas que rigen nuestros sistemas educativos. El desafío es el cambio cultural y sistémico. En este sentido, estamos promoviendo y construyendo, desde las escuelas, una visión distinta sobre cómo impulsar transformaciones en la educación. Trabajando en alianzas podemos articular, potenciar y sostener cambios que nos inspiran a revisar las políticas públicas para que respondan a los desafíos del presente y del futuro. Resulta fundamental, entonces, que cada uno de los sectores de la sociedad aporte su compromiso para que la transformación del sistema educativo sea posible.