Una exploración de los “caballos de Troya” para la innovación educativa
Educación pospandemia: claves para “reconstruir mejor”
Reconectar con los estudiantes que salieron del sistema, reinventar el aprendizaje, fomentar la transformación digital y garantizar entornos escolares seguros son prioridades para “reconstruir mejor” los sistemas educativos tras la pandemia, plantea un informe del BID.

Los sistemas educativos de América Latina no deben simplemente apuntar a “recuperarse” de la pandemia, sino que deben aprovechar la oportunidad para “reconstruir mejor”, abordando las desigualdades educativas históricas que vienen de lejos, plantea un informe reciente del BID titulado ¿Cómo reconstruir la educación pospandemia?.
El informe señala 4 desafíos principales: recuperar a los jóvenes que han perdido contacto con sus escuelas durante la pandemia, aprovechar las inversiones realizadas durante la pandemia en el uso de tecnologías educativas para cerrar finalmente la brecha digital, cambiar la forma y los contenidos que aprenden los estudiantes, y priorizar entornos de aprendizaje seguros y enriquecedores.
Con respecto al primer desafío –reconectar con los estudiantes desvinculados–, el documento afirma que, dada la gran cantidad de factores que hacen que los estudiantes se desconecten de la escuela, es fundamental que “los sistemas educativos se asocien con organizaciones comunitarias y agencias gubernamentales responsables de la salud y el desarrollo social”. Solo colaborando con estas organizaciones “los sistemas educativos podrán abordar las desigualdades subyacentes y los factores que conducen a la desconexión de la escuela”, señala el documento.
Es fundamental que los sistemas educativos se asocien con organizaciones comunitarias y agencias gubernamentales responsables de la salud y el desarrollo social para abordar las desigualdades subyacentes
En este punto, la principal herramienta es la expansión de los sistemas de alerta temprana para identificar a los estudiantes en riesgo de abandonar la escuela. “Estos sistemas son costo-efectivos al combinar intervenciones oportunas a través de tutorías, mentorías y apoyo socioemocional en la escuela con intervenciones en el hogar a través de organizaciones asociadas”, explican los autores.
En relación con el segundo desafío –fomentar la transformación digital–, el documento destaca que el uso de sistemas de información y gestión educativa digitalizados (SIGED) “abre la puerta a la recopilación y uso de datos de alta calidad que facilitan la implementación de prácticas orientadas a resultados”. Los autores enfatizan que “concentrarse en la transformación digital generará grandes dividendos en términos de acceso, calidad y aprendizaje a la educación para las generaciones venideras”.
El desafío de “reinventar el aprendizaje” apunta especialmente a que los estudiantes puedan “aprender a aprender”. Esto requiere, a corto plazo, enfocar las intervenciones en reforzar los contenidos básicos. El documento plantea que los sistemas educativos de la región “deben adaptarse rápidamente a los requisitos cambiantes de capital humano del mercado laboral”, y avanzar en un rediseño del currículum que incluya competencias para la ciudadanía global, la ciudadanía digital y la ciudadanía verde, así como actividades de desarrollo socioemocional.
Los sistemas educativos deben adaptarse a los requisitos cambiantes del mercado laboral, y avanzar en un rediseño del currículum que incluya competencias para la ciudadanía global, la ciudadanía digital y la ciudadanía verde
Para abordar el cuarto desafío –garantizar entornos escolares seguros y enriquecedores–, el documento recomienda un modelo de Sistema de Apoyo de Múltiples Niveles (MTSS), que permite la identificación e intervención tempranas antes de que aumenten los problemas de salud mental. Esta línea de acción también requiere brindar apoyo al bienestar mental de los docentes.
A la vez, enfrentar la violencia y el acoso escolar requiere, primero, implementar estrategias y herramientas para desarrollar un clima escolar positivo, involucrando a toda la comunidad escolar; en segundo lugar, proporcionar intervenciones dirigidas a víctimas y perpetradores; tercero, implementar mecanismos para supervisar y denunciar la violencia y el acoso.
El informe concluye: “El desafío no tiene precedentes. Pero aprovechando el talento, la experiencia y el compromiso de los educadores y los formuladores de políticas de toda la región, América Latina puede ir más allá de un simple regreso al estado de educación anterior a la pandemia”.