Una exploración de los “caballos de Troya” para la innovación educativa
Sheila Graschinsky: “Un embajador de la inclusión es una persona empática”
Para la presidenta de Fundación Ian, la inclusión es una actitud, un sistema de valores y, sobre todo, un modo de actuar: una experiencia cotidiana, que debe aprenderse en el aula de manera transversal a los contenidos curriculares.

Sheila Graschinsky es la presidenta de Fundación Ian, que trabaja para “promover una sociedad diversa e inclusiva, en la cual cada uno alcance su máximo potencial”.
Sheila Graschinsky es la presidenta de Fundación Ian, cuyo objetivo es mejorar la vida de las personas con discapacidad y sus familias para que cada uno alcance su máximo potencial. Junto con Integralis, promueven la formación de “embajadores de la inclusión”: buscan generar agentes de cambio para construir una sociedad inclusiva, y desarrollar la empatía para fomentar el respeto mutuo dentro y fuera del aula.
–¿Qué significa ser “embajador de la inclusión”?
–Para nosotros tiene que ver con dejar de hablar de inclusión y poner manos a la obra, empezar a ser parte para que este cambio se produzca y sea viable. Llamamos “embajadores de la inclusión” a quienes se involucran con acciones concretas y a quienes fomentan y difunden la importancia de incluir. Vemos que las personas que toman contacto con la verdadera inclusión, que lo vivencian en el aula o con un amigo, son los primeros que asumen la inclusión como forma de vida. Cuando esos chicos se encuentran con una situación que requiere inclusión, son los primeros en hacerlo. Nuestra invitación es a que las personas se apropien de este concepto.
Un embajador de la inclusión es una persona empática, que naturaliza las diferencias, que ve que la inclusión es viable y pelea por que este concepto se difunda en todos los ambientes en los que interactúa. Lo hace a partir de hechos concretos, entendiendo que incluir significa poner tiempo a disposición, mucho amor, esfuerzo y flexibilidad.
–Fundación Ian se dedica a generar conciencia sobre la necesidad de inclusión. ¿Cuál es la estrategia que mejor resultado les ha dado?
–Desde Fundación Ian trabajamos en generar conciencia sobre la inclusión y brindar herramientas a toda la comunidad médica y terapéutica para traer al país los últimos métodos de tratamiento. Buscamos mejorar la calidad de vida de las familias que crecen con un ser querido con discapacidad. Trabajamos con un foco fuerte en educación, pensamos que el gran cambio se logra desde el sistema educativo, trabajando con los niños para generar ciudadanos comprometidos con este concepto.
La estrategia que mejor nos funciona es hacer las cosas con la mayor convicción y buscar el compromiso del sistema educativo para dejar de hablar de estos conceptos y comenzar a vivenciarlos. Pensamos que la inclusión no debería tratarse como un contenido extra que se suma a los contenidos curriculares, sino que debe atravesar los aprendizajes de la escuela primaria y secundaria. Uno de nuestros grandes desafíos es trabajar la inclusión desde los contenidos curriculares.
–¿Hasta qué punto es inclusivo hoy el sistema educativo? ¿Qué falta para lograr una verdadera inclusión?
–Hay un montón de variables para abordar. Lo primero que tengo que destacar es que noto un interés importante, hay conciencia de que se deben hacer cambios para lograr la inclusión: cambios legales, académicos, pedagógicos, de infraestructura. El trabajo para lograr escuelas inclusivas y poder decir que el sistema educativo es inclusivo es muy arduo, queda muchísimo por hacer. Sí tenemos los modelos de algunas escuelas que son inclusivas y que muestran cuál es el camino, muestran que la interacción con chicos con discapacidad es enriquecedora para todos los estudiantes, para los docentes y para los padres. Estoy convencida de que el aporte es inmenso y salen ganando todos. Pero falta muchísimo por hacer.
Desde Fundación Ian nos gusta brindar herramientas. El módulo “Iguales y distintos” es una herramienta espectacular para llegar a un modelo de escuela inclusiva. Plantea acciones concretas para que los chicos se formen y puedan aprender valores que llevan a un compromiso con la inclusión, y les brinda herramientas a los docentes para que se sientan seguros, que conozcan conceptos claves y puedan guiar reflexiones y ser buenos embajadores de la inclusión. Si queremos escuelas inclusivas tenemos que hacer adecuaciones curriculares, formar a los docentes y darles el tiempo para hacer esas adecuaciones, asignar los recursos necesarios. Es un largo trayecto, pero lo importante es que el interés está.
–¿Cómo es y qué hace una escuela inclusiva?
–Una escuela inclusiva es una institución en la que todas las personas, más allá de sus particularidades y sus dificultades, pueden participar, interactuar y ser parte. Una escuela que se adecúa a las necesidades del niño, y no al revés. Que comprende la necesidad de dedicar tiempo, recursos y, por supuesto, mucho amor. Donde se trabaja y se enseña con el ejemplo. Donde todos comprenden la necesidad de que todos participen. Y es también una escuela que cuenta con el apoyo del sistema educativo. Es una escuela que mira las particularidades de cada niño, y hace todas las adecuaciones necesarias para que todos puedan participar y desarrollar su máximo potencial.
Sobre el curso “Embajadores de la inclusión”
El curso “Embajadores de la inclusión. Construir puentes y derribar barreras” está dirigido a docentes de todos los niveles, directivos y miembros del Equipo de Orientación Escolar. Dura 9 semanas y requiere una dedicación de 5 horas semanales.
Las clases comienzan el 21 de septiembre. Las profesoras, además de Sheila, son Elizabeth Aimar, Andrea Tavid, María Constanza Orbaiz, Marina Demagistris, Constanza Pavón, Jennifer Berman, Gabriela Krichesky y Mónica Botero. La inscripción es a través de la web de Integralis.
“La inclusión es una actitud, un sistema de valores y creencias. Exige ofrecer una propuesta de actuación que impida la transformación de las diferencias en símbolo de marginación. La inclusión contempla la diversidad como una oportunidad para el enriquecimiento de la sociedad, por eso es necesario y crucial trabajar en proyectos que valoren la inclusión, el compromiso con la discapacidad y las competencias para desarrollar estudiantes libres de prejuicios, empáticos, solidarios y responsables consigo mismos y con el prójimo”, plantea la propuesta.