Aprendizaje enfocado en el estudiante: algunas claves

Ariel Rotondo describe un modelo pedagógico fundado en cuatro pilares: una selección de contenidos básicos, importantes y necesarios; una organización escolar flexible; una función docente de motivación, guía y validación; y una evaluación continua, en instancias diversas.

 Aprendizaje enfocado en el estudiante: algunas claves

FOTO: Max Fischer @Pexels

El Aprendizaje Enfocado en el Estudiante cambia el punto de vista de la educación tradicional, a la que podríamos denominar “centrada en los contenidos”, pero también va más allá del “aprendizaje centrado en el estudiante”.

En esta propuesta, es el docente quien planifica los aprendizajes; selecciona, distribuye y secuencia los contenidos; aplica las estrategias y valida los procesos de evaluación; en un marco o modelo pedagógico institucional de carácter inclusivo, flexible y colaborativo que acompañe la construcción del proyecto de vida de cada estudiante, la elección de su vocación y el desarrollo de la autonomía y la relación con el otro.

Las características del Aprendizaje Enfocado en el Estudiante se presentan ideales para el nivel secundario, aunque también podrían ser aplicadas en el último tramo de la educación primaria. Algunas cuestiones fundamentales para tener en cuenta:

1. Selección de contenidos

La selección, distribución y articulación de contenidos debe considerarse sobre la base de una estructura escalonada que debe ir desde lo general a lo particular, siempre con enfoque en los estudiantes. Es así que debe determinarse cuáles serán aquellos contenidos básicos que permitan continuar aprendiendo otros contenidos más complejos; aquellos contenidos importantes, relacionados íntimamente con el contexto, la actualidad y el interés; y aquellos contenidos necesarios para desarrollar el proyecto de vida y la vocación de cada uno de los estudiantes.

2. Organización escolar

El enfoque en el estudiante requiere también una organización espacial y temporal diferente, que permita establecer espacios graduados y obligatorios para el aprendizaje de los contenidos básicos e importantes, con actividades multidisciplinares y la aplicación de metodologías activas como la resolución de problemas, elaboración de proyectos, análisis de casos, entre otros; pero también, espacios no graduados y electivos, relacionados con la formación y experiencia de los docentes, con el interés de los estudiantes y con la intensificación o reposición de los aprendizajes, con contenidos necesarios para cada uno de los casos.

3. Función docente

La función docente se centra en tres pilares: motivación, guía y validación. Tanto la selección de contenidos como las metodologías a aplicar en los espacios para el aprendizaje deben centrarse en la motivación para permitir el interés y el desarrollo de la autonomía a partir de los conocimientos previos. A la vez, guía el proceso de adquisición de nuevos aprendizajes y habilidades organizando el trabajo en equipo. Y, finalmente, valida los aprendizajes adquiridos y propone nuevas metas y logros para seguir aprendiendo.

4. Validación de los aprendizajes

La evaluación debe ser entendida como parte fundamental del proceso de aprendizaje y llevarse a cabo de manera continua y permanente, tan ágil que se constituya en el punto de partida para la obtención de nuevos logros. Por las características inclusivas y colaborativas del modelo, debe considerarse como un acuerdo entre partes (relacionada con otros) y permitir el reconocimiento de los errores. Rúbricas consensuadas institucionalmente e instancias de auto, co y heteroevaluación se convierten en herramientas apropiadas para este proceso.

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