7 ideas para pensar los desafíos de la vuelta a clases

Focalizar los recursos en los estudiantes más vulnerables, evaluar constantemente las medidas tomadas, planificar la comunicación, proponer actividades que combinen lo social y lo académico son algunas de las ideas que propone un documento del proyecto “Las preguntas educativas”.

 7 ideas para pensar los desafíos de la vuelta a clases

FOTO: AmrThele @Pixabay

¿De qué manera volver a la presencialidad? ¿Cómo acompañar a los docentes, a los estudiantes y a las familias en el proceso? Con estas preguntas como disparadores, el documento “La vuelta a clases en 2021: preguntas, lecciones aprendidas y desafíos para el nuevo año escolar“, elaborado por Ezequiel Gómez Caride, Melina Furman, María Emilia Larsen y Melina Weinstein, ofrece algunas ideas para pensar este desafío.

El documento se inscribe en el proyecto “Las preguntas educativas”, del Centro de Investigación Aplicada en Educación San Andrés (CIAESA). A continuación, destacamos siete ideas para pensar el reencuentro presencial con los estudiantes, que ya comenzó esta semana en la Ciudad de Buenos Aires y en Jujuy, y que continuará en las próximas semanas en el resto del país.

1. Superar la dicotomía “apertura versus cierre total”

“Hay que considerar que la enseñanza remota es más compleja para estudiantes con discapacidad, con escasos recursos económicos, que viven en hogares en situaciones de hacinamiento, que por distintas razones no logran sostener rutinas o que no tienen adecuada conectividad o equipamiento para estudiar”, plantean los autores. En consecuencia, con un criterio de justicia educativa, proponen focalizar los recursos disponibles en dichos estudiantes, acelerando o intensificando la vuelta a la presencialidad para los grupos con necesidades prioritarias. También citan el informe “Vuelta a la escuela” de McKinsey, que propone priorizar en la vuelta a la presencialidad a los estudiantes desconectados o cuya trayectoria escolar se vea amenazada; luego, a aquellos cuyos padres tengan que trabajar fuera de su casa o tengan trabajos esenciales; y en tercer lugar, a los estudiantes que estén ingresando a una nueva etapa de su educación obligatoria.

2. Evaluar constantemente las medidas tomadas

“Las experiencias de otros países enfatizan la necesidad de evaluar constantemente cada una de las medidas implementadas e incorporar adecuaciones en función del contexto”, afirman los autores del documento. En ese sentido, sugieren por ejemplo la conformación de comités o consejos compuestos por diferentes integrantes de la escuela cuya tarea sea llevar a cabo la evaluación general de la situación escolar y elaborar recomendaciones para acompañar las decisiones de la gestión dinámica propia de estos tiempos. Entre las medidas a considerar aparece la organización escalonada de los horarios de ingreso y egreso, la implementación de recreos seguros, el intercambio de materiales entre la escuela y los hogares, el uso de los espacios comunes, los protocolos sanitarios y de higiene (por ejemplo, la toma de temperatura, lavado de manos, uso de barbijo y otros) y los modos de señalizar el espacio para contribuir al distanciamiento social necesario entre los alumnos.

Hay que considerar que la enseñanza remota es más compleja para estudiantes con discapacidad, con escasos recursos económicos, que viven en hogares en situaciones de hacinamiento

3. Proponer actividades que combinen lo social y lo académico

“Las experiencias de retorno a clase de distintos países y los estudios sugieren que para el trabajo presencial, especialmente en las primeras fases de la vuelta a clases, se seleccionen actividades que integren la dimensión social y académica. En otras palabras, que se puedan proponer juegos o dinámicas lúdicas que promuevan la grupalidad, el sentido de pertenencia y el bienestar de los alumnos y que, al mismo tiempo, recuperen y permitan avanzar sobre los contenidos curriculares centrales”, recomienda el trabajo de Gómez Caride, Furman, Larsen y Weinstein. Algunos ejemplos: actividades que permitan a los estudiantes contar y socializar lo vivido en los meses anteriores y dinámicas lúdicas enfocadas en el reencuentro y en el fortalecimiento de los vínculos; actividades relacionadas con el sentido de pertenencia a la institución, como pintar un mural en una de las paredes de la escuela o elegir el lema, el mensaje o el logo que los representa como grupo.

4. Elaborar un doble diagnóstico: de bienestar y de aprendizaje

Al retomar las clases presenciales, es clave poder diagnosticar y evaluar a los alumnos para determinar cómo acompañar a cada uno de la manera más efectiva de posible. Los autores sugieren tener en cuenta dos dimensiones: el bienestar general y los aprendizajes. “En relación con el bienestar, en una primera instancia serán los docentes quienes hagan una valoración socioemocional de los estudiantes, consultando con los equipos de orientación si encuentran una situación compleja”, escriben. Mientras que en relación con los aprendizajes, además de consultar los informes de cierre de 2020, será valioso identificar logros y aprendizajes pendientes a partir de las producciones de los alumnos durante las actividades de inicio de 2021: “El objetivo será luego diseñar propuestas de aprendizaje desafiantes pero posibles, que contemplen la diversidad de recorridos y vivencias, y anticipar espacios o estrategias para acompañar a cada estudiante en su proceso”.

5. Definir prioridades en el currículum

“El currículum prioritario debe actuar como puente y ancla entre el proceso de continuidad pedagógica y la vuelta a la nueva normalidad. Por ello, una pregunta central que deben realizarse los equipos docentes es ¿qué contenidos resultan indispensables para el futuro de los aprendizajes de los estudiantes?”, explican los autores. En ese sentido, afirman que el currículum prioritario debe “tener los pies en el presente pero mirar hacia el futuro de las trayectorias de los alumnos”. Más allá de los contenidos, el documento sugiere identificar cuáles son las habilidades que se quiere desarrollar o fortalecer en los estudiantes. Y menciona, entre otras, la lectoescritura comprensiva, el pensamiento matemático, el pensamiento crítico, las capacidades para comunicar las ideas y para resolver problemas. También subraya el valor de la interdisciplinariedad para poner en diálogo los contenidos de diferentes materias, y recomienda implementar el Aprendizaje Basado en Proyectos.

Las experiencias de distintos países sugieren que para el trabajo presencial, especialmente en las primeras fases, se seleccionen actividades que integren la dimensión social y académica

6. Planificar la comunicación y unificar el mensaje

Los autores aconsejan que “los equipos directivos evalúen cuáles han sido los canales de comunicación más efectivos y adecuados para transmitir cada uno de los mensajes y cuáles no han resultado como se esperaba”. También sugieren considerar con qué frecuencia y en qué momento es conveniente enviar estos mensajes. Además, destacan la necesidad de “acordar espacios institucionales para unificar el mensaje a transmitir como escuela a los diferentes actores de la comunidad”. Sostienen que esto favorece la claridad en la comunicación y ayuda a alinear los ejes de trabajo que resultan prioritarios en cada etapa. El documento menciona algunas experiencias de 2020: por ejemplo, algunas escuelas diseñaron una sala de profesores virtual, otras armaron reuniones periódicas con el objetivo de compartir “mates virtuales” y conversar sobre la manera en que cada uno está transitando el proceso.

7. Seguir trabajando en equipo con las familias

“Resulta importante definir un esquema de trabajo en el que, por ejemplo, se anticipe qué días se van a enviar tareas o materiales para las diferentes asignaturas, cuáles son las fechas de entrega, cuáles son los criterios de evaluación, entre otros aspectos. Esto permitirá trabajar de manera articulada entre los diferentes espacios curriculares y brindará cierta previsibilidad a los estudiantes y sus familias respecto de qué sucederá cada semana en la escuela, de modo de ayudarlos a organizarse mejor con los recursos y tiempos que cada familia cuenta”, proponen los autores. Además, recomiendan explicitar a los padres qué se espera de ellos en esta nueva etapa y conocer cuál es el contexto de cada familia: “Dar orientaciones pedagógicas a las familias en el marco de reuniones de padres u ofrecer documentos con pautas claras se convierte en una necesidad para que esta alianza se produzca y fortalezca”. Además de transmitir información de manera clara y sencilla, es importante que los canales de comunicación permitan un ida y vuelta.

Consultá el documento del CIAESA.

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